Sí, un papá no siente un embarazo como mamá, no siente esas molestas náuseas matutinas, esas patadas que a veces no dejan dormir, dolores de espalda y demás, pero papá siempre está ahí, acompaña a mamá, la consiente, hace mil malabares para que mamá se sienta mejor, corre por sus antojos y la comprende.

Papá no siente los dolores del parto, pero, él está ahí valiente y fuerte en el nacimiento de su pequeño, acompañando a mamá tomándola de la mano para darle esa fuerza que necesita.
Porque no solo mamá se desvela alimentando al nuevo bebé, papá también lo hace y le gusta compartir esos momentos con su hijo, porque es parte de la nueva etapa en su vida. Porque papá no está ayudando con nada ni es el niñero, está haciendo su labor de padre con amor y dedicación.

Siempre hablamos de mamá, pero el amor de papá también es importante. Papá también se emociona y disfruta de las nuevas cosas que los hijos aprenden a hacer, son los que siempre los están alentando a hacer cosas más intrépidas y, siempre están ahí para salvarlos de caídas como si ese fuera su sexto sentido.

El amor de un padre es inmenso y dejan una huella imborrable en el corazón de los hijos. No hay papás perfectos, ningún hombre nace sabiendo ser padre, pero sin duda, existen muchos hombres en el mundo que todos los días se esfuerzan en ser lo mejor para sus pequeños, cada papá expresa su amor de forma diferente, pero, algo muy cierto es que papá ama y su amor es súper inmenso.